En la Semana Diocesana de Pastoral del pasado septiembre se destacó que en este curso pastoral debemos revitalizar la comprensión y la dinámica del bautismo. Y también se pidió que revisáramos y ahondáramos en la vocación cristiana general y en la vocación específica de cada uno.
La referencia de Jesús
Para los contemporáneos de Jesús el bautismo era un rito penitencial por el que se reconocían pecadores, pero arrepentidos. Jesús, como uno más, se metió un día en la fila de los pecadores; y en un bautismo general de Juan también se bautizó. Este gesto fue aplaudido por el cielo, según los evangelios (cf. Mt 3,16-17). De esta manera el itinerario profético y redentor de Jesús se puso en marcha, decidido a cumplir la voluntad divina a toda costa.
Y lo que comenzó en Galilea con Jesús, continúa ahora por medio de quienes componemos la Iglesia. Por el sacramento del bautismo, asumido, los cristianos debemos ser destellos brillantes del Evangelio y difusores entusiastas del Reino de Dios. En la actualidad nos toca ser “sal” y “luz” por vocación creyente.
Alineados con Jesús, el bautismo comporta un pronunciamiento público por el ideal y la causa de Dios. Comporta también un talante espiritual de calidad humana en consonancia con las aspiraciones nobles que llevamos dentro. Este talante bautismal entraña un estilo de vida ordenado, coherente, enérgico y no ausente de cruz. Puesto en acción, genera humanidad edificante…
Algunos rasgos bautismales
— El bautismo es fundamento de toda la vida cristiana. Está íntimamente ligado a la fe. Simboliza la adhesión a Jesús dando brillo luminoso a la vida de los creyentes.
— Acogido como don y asumido existencialmente, el bautismo orienta la vida y la impulsa con dinamismo humanitario. El bautizado saborea la condición de ser “hijo de la luz” y valora el Evangelio (su mensaje, su espiritualidad…).
— Con el bautismo se nos regala el “apellido” de “cristiano”, que significa comunión total con Cristo. El bautizado decide seguir a Jesús y vivir a su estilo demostrándolo con una conversión continua y creciente…
— El bautismo es signo de entrada y de incorporación a la Iglesia, comunidad de hijos de Dios y hermanos de Jesús. Por eso el bautizado debe mostrar sentido comunitario y participar en la misión de la Iglesia.
— El bautismo unge, consagra, marca, imprime carácter (sello espiritual imborrable y, por tanto, permanente…, sello que el Espíritu Santo graba a fuego en el alma…).
— Por el bautismo todos participamos del sacerdocio de Cristo (sacerdocio común de los fieles) y de su misión profética (misioneros del Evangelio). El bautismo es fuente de responsabilidades, deberes, servicios… Y también es fuente de derechos en el seno de la Iglesia…
— El bautizado tiene el deber y la responsabilidad de cuidar y desplegar la vocación discipular. El bautizado debe reflejar la mentalidad de Jesús, fomentar la vida creyente y respirar la espiritualidad evangélica…
Hay quien describe el bautismo como un “proceso en espiral”: se va descubriendo y comprendiendo poco a poco, pero profundizando… Ciertamente, gracias a la conciencia bautismal, los “tocados” por el don de Dios nos significamos como cristianos. Así pues, cuidemos y cribemos la vida cristiana con oración y con revisiones de vida. Tengamos muy presente que el bautismo se enraíza en la fe, y también la alimenta y la robustece…
La vocación cristiana
Como todo lo relacionado con la fe, la vocación es un don. La podemos describir como experiencia impactante, radical, constituyente, engarzada en el encuentro personal del creyente con Dios y con Jesús. Dios se hace presente por iniciativa propia en la vida de las personas, sorprende, impresiona, seduce, se comunica, convoca, llama para una determinada presencia, tarea, compromiso… Y espera respuesta de colaboración…
La vocación específica responde a carismas particulares que uno percibe con claridad y discierne con reflexión aguda, acompañamiento espiritual y oración. Un signo claro de que uno es llamado a una vocación concreta es que se encuentra a gusto en el marco de esa vocación, porque es lo que siente y porque llega a comprender que es “lo suyo” por don de Dios; por tanto, no lo vive de manera forzada, sino como cauce creyente de su vida…
CUESTIONARIO
- ¿Cómo es tu experiencia bautismal? ¿Qué influjos, motivaciones y compromisos te apunta? ¿Te ayuda a ser más cristiano?
 - ¿Cómo sientes y practicas tu vocación cristiana? Además, ¿sientes alguna vocación específica, conectada con algún carisma? Si es así, ¿cómo te encuentras en ella y a qué te compromete?
 
