Comunicaciones

Adviento evocador

Con el Adviento, los cristianos iniciamos un nuevo Año Litúrgico y alargamos la mirada a la Navidad.

Socialmente, encontramos las calles cargadas de símbolos, de propagandas, de luces… Nadie anda tan despistado que no se entere…

Sin embargo, los cristianos evocamos en Adviento una maravillosa iniciativa divina: Dios nos quiere tanto que, en Jesucristo, se despoja de su condición divina, se reviste de la condición humana y va de persona honesta por la vida. Esta es una verdad sorprendente de nuestra fe: Dios nos entrega su divinidad y acoge nuestra humanidad para ponerse a nuestro servicio. ¡Qué iniciativa…!

Tiempo sugerente

Adviento es tiempo insinuante y sugerente. Nos sitúa ante la venida del Mesías y ante el desafío del Reino de Dios. Es ocasión para considerar el significado de Jesús como Salvador: “Dios ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación…” (Lc 1,68-69).

Observemos, sin embargo, si hay resistencias a la salvación… Incluso, puede que tú y yo pongamos dificultades a Dios para que penetre en nuestro interior y nos salve. Si es así, ¿por qué?

En verdad, Dios quiere salvarnos desde dentro de la historia, haciéndose uno de nosotros. Para ello, Jesús no lo tuvo fácil, pero fue perseverante en su misión. Sus últimas palabras lo confirman: “Todo está cumplido” (Jn 19,30). Y nos dejó su Espíritu junto con el Evangelio. Con estos regalos, la salvación queda garantizada y reforzada.

La raíz del Adviento es el amor ilimitado de Dios. Si acogemos su compañía y el liderazgo particular de Jesús, entonces pasa algo dentro de nosotros... Las personas no sentimos ni actuamos igual si decimos a Dios o si no se lo decimos…

Abrirse a Dios

El Adviento verdadero es, ante todo, una actitud del alma. Nos recuerda que Dios quiere verse con nosotros a ras de suelo, acompañándonos… Dios ya ha venido en Jesús y ya ha dejado fecundada la historia con su semilla. Ahora, a ver quién es el atrevido que arranca su presencia de la historia y elimina el Evangelio. A ver si puede…

Vivir el Adviento es abrir el corazón, de par en par, para que la Palabra y la presencia de Dios acampen en nuestro interior, en nuestra familia, entre los vecinos, en nuestro barrio… Adviento, pues, es facilitar la entrada de Dios, como hicieron María y tantos santos a lo largo de la historia.

Pero ¡ojo!: de poco vale abrir el corazón a Dios en Adviento, si después, durante el año, lo cerramos… No olvidemos que la salvación comienza por uno mismo. Por tanto, conviene preguntarse: ¿Aquí y ahora tengo que abrir alguna puerta para que la salvación de Dios me llegue más y mejor…?

Cuidemos la vida y agradezcamos la redención, que eleva y da alas hasta la trascendencia…

Publicaciones relacionadas

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies