Cuaresma 2020
Cuaresma es camino hacia la Pascua en un marco de meditación, revisión, austeridad, planteamientos radicales: conversión. Es entrenarse en el “paso” de la condición vieja a la persona nueva, que vive según el Espíritu.
En Cuaresma contemplamos a Jesús en marcha (subida) a Jerusalén, el destino trágico de la persona libre, solidaria, obediente a Dios. Él camina hacia el martirio, repleto de convicción: “La vida no me la quita nadie, la doy yo voluntariamente” (Jn 10,18); es el precio que él paga por vivir apasionadamente el Reino de Dios. Avanza esperanzado, brindando “sabiduría”, que no es solo doctrina, sino también testimonio y acción para mejorar personal y socialmente.
Cuaresma es llamada a reforzar la fe y el compromiso bautismal, revisando si vivimos a la altura de la Pascua y al aire del Espíritu.
Cuaresma es mirarse sin miedo en el espejo de Jesús, confrontar su programa con el propio y preguntarse: ¿Qué me falta? ¿Qué me sobra?
Cuaresma es tiempo de penitencia para la reconciliación. No entendamos la penitencia como una pena o castigo para expiar los pecados, sino como expresión de arrepentimiento y signo de cambio. Por ahí va el sentido del ayuno, de la abstinencia, de la limosna…
Cuaresma es una buena ocasión para experimentar y practicar la misericordia: Dios mueve las entrañas de la sensibilidad.
Cuaresma es siempre “más”: podemos convertirnos más, ayudar más, desprendernos más, comprometernos más, orar más, evangelizarnos más, cultivar más la espiritualidad…