El Espíritu en la vida
Pentecostés es ocasión para agradecer especialmente a Dios Padre y a Jesús que nos hayan regalado su Espíritu. Por él podemos entender mejor los valores del Evangelio. Es un regalo magnífico que nos conviene a todos para vivir saludablemente.
La irrupción del Espíritu en la vida de la Iglesia es de lo más iluminador, motivador y dinámico. La mística del Espíritu esclarece la mente, calienta el alma y nos lanza a ser testigos públicamente.
En verdad, el Espíritu Santo es luz, fuerza, aliento, consuelo… Mueve desde la interioridad, ilumina las situaciones más oscuras, induce a servir. Concede dones y carismas para enriquecer a la comunidad y para servir a la sociedad. Es una motivación extraordinaria para evangelizar y reconciliar. La verdadera misión de la Iglesia llevará siempre la marca y el sello del Espíritu Santo.
Es de ignorantes y torpes no sacar partido de este don tan excelente y vital. Al cristiano que se deja conducir por el Espíritu se le nota: es persona de convicciones, de sólida religiosidad, de fuerza interior; es persona servicial, sencilla, sincera, generosa, compasiva…
Pentecostés recuerda a todos los creyentes la vocación de vivir al aire del Espíritu y de volcarlo en la sociedad por el testimonio y el compromiso evangelizador. El impulso y la acción del Espíritu son imparables. Nosotros somos la Iglesia del Espíritu Santo.
Y es que donde hay Espíritu de Dios hay verdad, libertad, paz, entendimiento, compromiso, testimonio…
Dones y carismas para el bien común
En el capítulo 12 de la primera carta a los corintios, san Pablo resalta algo maravilloso que se da en la Iglesia de todos los tiempos: gracias a la acción del Espíritu Santo hay una diversidad de dones, de funciones y de servicios que enriquecen la vida de las comunidades. Se comenta muchas veces lo valiosa que es la unidad conjugada con la diversidad. A ello alude también san Pablo, pero destacando que la iniciativa viene de Dios y que los diferentes dones para la edificación común reflejan la identidad del Espíritu. Es así como Dios se comunica y se derrama…
El Espíritu Santo sigue iluminando y promoviendo distintos modos de ser cristiano y de hacer comunidad, y sigue sorprendiendo con sus iniciativas. Por eso, la vida de la Iglesia no es uniforme, sino plural, pero salvando siempre el bien común y la unidad. La Iglesia es una comunidad viva, con miembros diferentes y carismas diversos. Como en el cuerpo humano, nos necesitamos mutuamente…