Nuevo curso pastoral
Con la experiencia de la sinodalidad meditada a lo largo del curso pasado nos disponemos a iniciar un nuevo curso pastoral. En los dos anteriores hemos estado más o menos turbados por la pandemia. Las restricciones no nos permitieron desarrollar la evangelización con la normalidad que anteriormente habíamos conocido. Ahora, en la situación que hemos alcanzado, ya no hay justificación para “circular con el freno echado”. Hemos de recuperar las mejores vibraciones para ponernos en marcha con total dinamismo e ilusión.
Necesitamos comenzar este curso con la sensación y la esperanza de que será mejor que los dos anteriores. Sabemos que el coronavirus no se ha marchado y que nos puede enredar con nuevas variantes. Pero también es cierto que la ciencia le ha plantado cara, nos hemos reforzado con las vacunas y vamos a continuar echando mano de la prudencia, como corresponde…
Ante la perspectiva del nuevo curso pastoral, la reacción y el emprendimiento deben ser diferentes a los que hemos tenido en los dos anteriores. Ahora ya hablamos de normalidad, aunque hay quien piensa que todavía es un tanto relativa. Tal normalidad debe favorecer el relanzamiento de la vida parroquial sin encogimiento alguno. La existencia sigue fluyendo; y en la parroquia hemos de ir al compás de la vida: con iniciativas, con creatividad creciente, aunque también con sensatez y con cautela, teniendo en cuenta las indicaciones sanitarias practicadas y haciendo uso de las medidas preventivas o de seguridad que conocemos.
El nuevo curso es ocasión para dinamizar todo lo que el Espíritu Santo quiere hacer entre nosotros: alentando el seguimiento de Jesús, compartiendo el Evangelio, celebrando la fe, practicando la caridad, ejercitando el testimonio… A estos desafíos y responsabilidades no debemos renunciar de ningún modo. Por tanto, nos toca discernir qué posibilidades tenemos a nuestro alcance y qué decisiones nos urgen…
Sintamos que Dios nos acompaña. Somos su pueblo, la comunidad que él guía. Él nos inspira, ya que es el más interesado en seguir impulsando la historia de salvación.
Cada cristiano debe ser un miembro activo dentro de la comunidad eclesial y en el círculo social que nos rodea. Contamos con la riqueza, el testimonio, el compromiso y la aportación de todos… Así, pues, en comunión con el sentir del papa Francisco, cooperando con las orientaciones de nuestra diócesis y contando con la riqueza que puede aportar nuestro carisma y espiritualidad redentorista, invitamos a todos los miembros de la comunidad parroquial a poner a tono el espíritu, para relanzarnos conjuntamente a difundir el Evangelio.
Sirva esta comunicación, al inicio del presente curso, para animar a todos en la reanudación del itinerario parroquial en sus diferentes secciones y grupos, teniendo presente que somos Pueblo de Dios en marcha…