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Semana Santa 2021

El marco de lo que vamos a considerar a lo largo de esta semana es Jerusalén, la capital a la que Jesús tenía que llegar para dar la cara ante las autoridades, arriesgando por la causa de Dios. En este lugar se consumó la persecución y su martirio.

Situémonos ante la Semana Santa como creyentes, no como espectadores. No son días sometidos al interés turístico… Para un cristiano son fechas muy significativas, llenas de expresión, cargadas de sentido y con una gran iluminación para la actualidad de cada uno.

DOMINGO DE RAMOS

Día de claroscuro. Si por un lado aparece el aplauso y la alabanza de Jesús, por otro asoma el rechazo y su pasión dolorosa. Para la liturgia, este día es domingo de pasión.

El Domingo de Ramos recoge la cara y la cruz de la vida: el triunfo y la humillación, el aplauso y la amenaza; es el juego turbio que se muestra tantas veces…

Es también el umbral de la gran semana cristiana, llena de revelación y de testimonio. Esta semana, que decimos “santa”, es grande por sus signos, gestos, acontecimientos…, que no son solo del pasado, sino que se prolongan en el presente. Hoy Jesús sigue muriendo “victoriosamente” en tantas personas que lo arriesgan todo, sigue salvando, orientando vidas, renovando esperanzas, reforzando convicciones…

Entremos en esta semana con actitudes evangélicas y con el deseo de fortalecer la conversión.

JUEVES SANTO

Suena a entrega, servicio desinteresado, amor, comunión, oración… Consideramos especialmente que Dios es amor y que en Jesús nos ha amado hasta el extremo.

Si Jesús se desborda en sentimientos, gestos y palabras de amor, aprendamos a querernos según la consigna y el testamento que nos dejó: “Amaos como yo os he amado”.

En la Cena Pascual, tan importante para los judíos, Jesús se comunicó a corazón abierto. Le dio a aquel encuentro un sentido tan propio, lo llenó de tanto significado, que aún después de veinte siglos los cristianos lo encontramos profundamente testimonial.

En aquella Cena Jesús habló del Padre entrañablemente. Se definió como “camino, verdad y vida”. Lavó los pies a los discípulos en gesto sorprendente de humildad y de servicio. Entregó un testamento de amor. Se ofreció en cuerpo y sangre como alimento, anticipando el sacrificio de la cruz y celebrando con los discípulos la primera eucaristía. Instituyó el sacerdocio cristiano encargando: “Haced esto en recuerdo mío”, es decir, “entregaos”. Insistió en una actitud fundamental: el más importante es el que más sirve. Comentó que le llegaba “la hora de ir al Padre”; pero no quedaríamos solos, porque enviaría al Espíritu consolador…

Verdaderamente, en la Última Cena, Jesús se desbordó rompiendo moldes. Sus expresiones de amistad, servicio y oblación fueron conmovedoras.

En Jesús encontramos a Dios amándonos hasta lo inimaginable…

 VIERNES SANTO

Jesús afirmó con convicción y señorío: “Nadie me quita la vida; yo la doy voluntariamente” (Jn 10,18).

Entregándose por completo, afrontando el martirio por fidelidad, Jesús murió crucificado, siendo joven. Su muerte fue extremadamente violenta. ¿Qué hizo para acabar así? ¿Por qué la cruz está tan presente en su vida?

La impopularidad del profeta y del justo es una constante en la historia bíblica. Jeremías lamentaba: “Soy el hazmerreír de todo el pueblo” (Jr 20,7); y añadía: “Oía el cuchicheo de la gente… Me estaban acechando…” (Jr 20,10). El libro de la Sabiduría describe esta impopularidad con detalle: “Tendamos lazos al justo que nos fastidia, se gloría de tener el conocimiento de Dios. Es un reproche de nuestros criterios, su sola presencia nos es inaguantable” (Sb 2,12-14).

Jesús antepuso el servicio al poder, la justicia al culto… Por su libertad radical y el enfrentamiento con los líderes religiosos, molestaba en exceso. Por eso decidieron eliminarlo.

Jesús experimentó, como el que más, los trances difíciles de la vida: la incomprensión, el rechazo de muchos, el fracaso humano, el martirio injusto, el abandono de los amigos… A pesar de todo mantuvo la dignidad y se agarró confiadamente al Padre: “En tus manos pongo mi espíritu”. Su muerte fue la consecuencia lógica de su estilo de vida honesto, entregado, comprometido, fiel…

Ser como Jesús es impopular. La cruz es impopular, incluso en nuestras comunidades, lo cual es un escándalo. Sin embargo, Jesús es claro: “El que quiera seguirme…, cargue con su cruz”. El rechazo de la cruz dificulta la comprensión de Jesús y de su Evangelio.

Ya san Pablo constató que Jesús crucificado es un escándalo para unos y una necedad para otros; en cambio, para los creyentes convencidos es fuerza y sabiduría de Dios (1 Co 1,23-24).

La espiritualidad de la cruz denota una lealtad heroica. La cruz es signo de un modo de vivir que no es frustrante. La novedad de la cruz de Jesús es que no termina en el sinsentido…

SÁBADO SANTO

¿Desconcierto? ¿Incertidumbre? Jesús reposa en el sepulcro. Parece que el Padre lo ha abandonado. Los discípulos, temerosos, se han escondido, están perplejos, tienen miedo… ¿Qué harán ahora? ¿Adónde irán? ¿Quién los guiará?

El pueblo está dividido: unos piensan que Jesús era realmente el Hijo de Dios; otros creen que era solo un impostor… ¿Todo ha acabado? Algunos, como los discípulos de Emaús, están desencantados: abandonan el grupo.

La muerte violenta de Jesús atenaza también, y fuertemente, el corazón de María. Ella sobrelleva en silencio el dolor, el desprecio y el abandono que ha padecido su hijo.

Sin embargo, todo va a empezar realmente. María, corredentora, aguarda, esperanzada, que se cumpla el mensaje de Jesús; intuye y cree que el Espíritu de su Hijo sigue vivo. Y es verdad: la vida de Jesús no termina en el sepulcro. Dios Padre lo resucita; y por el sentido de su resurrección, nos pide que nos lancemos a una vida nueva. Es lo que celebramos en la Vigilia Pascual.

El mensaje sobresaliente de este día, abierto a la Gran Vigilia, es que Dios quiere vitalidad sin recortes, personalidad convertida, “Tierra Nueva”… La vida de Jesús fue un empeño por arreglar este mundo. Nos dejó consignas, testimonio y nos encomendó continuar la tarea. Para ello hemos de entender su misericordia, estar forjados en el amor evangélico y tener iniciativas propias de los hijos de la luz…

A lo largo de este día debemos preguntarnos:

— ¿Qué “pasos” significativos me pide esta Pascua?

— ¿De qué defectos me tengo que despojar radicalmente? ¿De qué virtudes me tengo que revestir?

— ¿Qué he de hacer para que la Pascua me ayude a vivir intensamente como cristiano?

¡Feliz Pascua, hermanos!

La historia humana está llena de sentido.

Desemboca en Dios creador y salvador,

que es origen y meta…

Que nadie malgaste la vida,

ni la atropelle, ni la entierre,

porque es un don maravilloso:

rica, hermosa, joven, fecunda…

La vida merece atención, sumo cuidado,

respeto, responsabilidad, desarrollo constante…

La vida es la cuna del Reino de Dios.

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