Comunicaciones

Amor humano

Mencionar el día de san Valentín es referirse al amor de pareja, a los enamorados de todo tipo, según las variantes que se oyen y se comentan…

Confluyendo con esta fecha de interés y de calado social, la Conferencia Episcopal Española promueve la Semana del Matrimonio y la Familia. En nuestro caso, la diócesis respalda esta iniciativa y organiza para el próximo domingo 16 la Jornada del Matrimonio para poner en valor el compromiso matrimonial, celebrar la belleza del matrimonio y fortalecer la unidad familiar.

El amor de pareja

Tiene unas características que lo distinguen de otras manifestaciones del amor: el de padres e hijos, entre hermanos, entre amigos…

El amor de pareja es:

Pasional: nace de la pasión, del impulso…

Libre: no hay nada que “obligue” a quererse a una pareja; es decir, no hay ningún vínculo por el que la pareja tenga que quererse, como puede suceder en la relación padres-hijos, en la que existe un vínculo de sangre y de responsabilidad. Un hombre y una mujer se aman porque libremente lo sienten y lo quieren.

Total, no entendido como posesión de la otra persona, sino como entrega y donación en alma y cuerpo, con todo lo que uno es y tiene.

Sexual: entre dos seres dotados de sexualidad distinta y, a la vez, complementaria. La sexualidad es más que genitalidad. No se trata de un intercambio de cuerpos; tampoco se trata de un puro amor platónico, sino de la entrega completa de la persona en cuerpo y alma. Esto quiere decir que supera la mera genitalidad…

Fiel y exclusivo, en el sentido de que este amor debe ser entre ambos, que ninguno de los dos tiene que buscarlo en otros, porque su pareja le ama de tal forma que le llena plenamente.

Fecundo: no se agota ni termina en la pareja misma, sino que se proyecta y se realiza plenamente en el/los hijo/os.

Trascendente, pues en el amor siempre podemos dar más y aspirar a recibir más. Siempre buscamos algo más. Hay personas que descubren que su amor les sobrepasa, les conduce a buscar el amor que no termina, el amor sin defectos, el amor pleno, el amor de Dios. Desde ahí el amor de pareja se convierte en sacramento, signo y símbolo del amor de Dios.

El amor como sacramento

Cuando el amor de la pareja es vivido por creyentes, entonces el uno para el otro se convierte en símbolo de la presencia y de la acción de Dios en ellos. Cuando este amor humano es vivido desde la fe, los esposos lo conectan con Dios, al que descubren y sienten como quien hizo nacer en ellos el cariño, les ayuda a crecer en la entrega mutua y les acompaña cada día para que su compromiso sea firme y puro. Tal amor se ha de cuidar personal y familiarmente, meditar, orar, revisar…

Asimismo, cuando los esposos cristianos tienen un hijo se sienten colaboradores con Dios creador y se entienden como mediadores; Dios se ha servido de ellos para dar vida a un nuevo ser, que es su hijo.

Los creyentes conectan su amor con Cristo, que ha elevado a la categoría de sacramento la unión del hombre y la mujer, y se sienten acompañados en todo momento por su iluminación y ayuda. Al conectar con Cristo se sienten llamados a hacer realidad el amor que Cristo presenta como mandamiento nuevo a todos sus seguidores y que potencia y fortifica el amor conyugal y la convivencia, en la que tantas veces hay que practicar el perdón, la comprensión, la tolerancia…

También los creyentes conectan su amor con la comunidad cristiana, porque en ella han celebrado el sacramento del amor y se sienten llamados a ser fecundos. La comunidad ha sido testigo de su compromiso y les acompaña en su itinerario matrimonial y familiar.

Además, los esposos son (deben ser) sacramento para los hijos. Son el primer círculo desde donde Dios se acerca a la familia. Con sus actitudes creyentes los padres hacen presente a Dios y también el mensaje evangélico; se comprometen a educar a sus hijos en la fe.

También los esposos cristianos son sacramento para otros matrimonios; son testigos de Cristo y del Evangelio, cuando tratan de encarnar el estilo de vida de Jesús y sus valores.

Por último, el hogar cristiano debe ser para todos los que se acerquen a él un lugar de presencia de Dios.

Este “ser sacramento” de los esposos es el fundamento de la espiritualidad conyugal. Porque creen y aman a Dios, hacen de su amor una señal de la presencia divina, compartiendo y cuidando esta vivencia entre ellos, y ofreciéndola a los hijos, familiares, amigos, vecinos…

Quede resonando esta pregunta: ¿Qué es para ti el matrimonio como sacramento?

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