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Cuaresma

Con el Miércoles de Ceniza iniciamos el recorrido cuaresmal. Comenzamos con un signo de conversión: la imposición de la ceniza. Y terminaremos con un símbolo de luz y de vida: el Cirio pascual.

Durante la Cuaresma contemplamos al Jesús adulto en marcha hacia Jerusalén, lugar donde quedará atestiguada, de manera sobresaliente y heroica, la calidad de su testimonio y donde culminará su ofrenda redentora.

A lo largo y ancho de su recorrido misionero Jesús camina repleto de convicción, libre, solidario, fiel, esperanzado… Va desarrollando la vocación profética que se le ha encomendado y va ejercitando la Alianza con Dios y con todos los humanos; una Alianza que consumará en la reconciliación de la Cruz…

A su paso, Jesús va ofreciendo y sembrando “sabiduría”, que no es solo mensaje doctrinal, sino también espiritualidad, mística, testimonio y acción para mejorar la vida personal y social.

Jesús se crece practicando esta marcha profética, fiel a su vocación; se hace fuerte caminando y ejercitando la misión. No le frena ningún obstáculo. Desbarata todos los inconvenientes y estorbos que le salen al paso. El designio de Dios Padre es que haga este recorrido existencial; y nadie se lo va a impedir. Más aún, desacredita a cuantos, como Pedro, quieren retenerlo o disuadirlo… (cf. Mt 16,21-23).

Obediente a Dios, Jesús camina hacia el martirio, rebosante de confianza y de convencimiento: “Nadie me quita la vida; la doy yo voluntariamente” (Jn 10,18). Este es el precio que paga por vivir y transmitir el Reino de Dios en fidelidad a su vocación.

En sus correrías misioneras Jesús se encuentra con “los que hacen camino al andar” y también con los que están caídos en las cunetas de la existencia: personas enredadas, frustradas, heridas, cansadas, pecadoras… Se encuentra también con rivales que se oponen a lo que propaga… Jesús es Evangelio para todos…

Seguir a Jesús es caminar con el aire y el estilo que observamos en él; es abrir caminos acompasando mente, corazón y compromiso activo. Ser cristiano es realizar el memorial de Jesús evangelizando con espiritualidad y testimonio. El Espíritu inspira, impulsa, acompaña continuamente…

Acentos y decisiones

Desde que la Cuaresma fraguó en la Iglesia como “tiempo litúrgico”, ha habido símbolos y propuestas que acentúan su sentido. ¿Qué significado tienen para ti en la vida diaria la meditación, la oración, el sacrificio, la austeridad, la espiritualidad…? ¿Qué valor das a la imposición de la ceniza, al ayuno, a la abstinencia, a la limosna…? Hay quien ayuna por estética y quien lo hace por motivaciones evangélicas con el fin de compartir… Es evidente que no es lo mismo.

Mirando hacia la Pascua, Cuaresma es oportunidad de reflexión profunda, de planteamientos radicales… Es entrenarse en el “paso” de la criatura vieja a la persona nueva, que se esfuerza por vivir según el Espíritu y por practicar el Evangelio, utilizando todos los medios que están al alcance para ahondar y avanzar en el vivir cristiano.

Cuaresma es llamada a reforzar la fe y el compromiso bautismal, analizando y revisando la vida para ver si tus actitudes son verdaderamente evangélicas y están en la línea del ideal cristiano…

Cuaresma es mirarse sin miedo en el espejo de Jesús, confrontar su programa con el propio y preguntarse: ¿Qué me falta? ¿Qué me sobra?

Cuaresma es tiempo de penitencia para la reconciliación, para interiorizar la redención lo más posible. No entendamos la penitencia solo como pena para expiar los pecados, sino más bien como signo de arrepentimiento, de misericordia, y como señal de superación. Dios mueve nuestras entrañas desde su ternura y su acompañamiento…

Sin ser exclusivo de la Cuaresma, la ambientación de este “tiempo fuerte” favorece la revisión profunda de convicciones y compromisos como: austeridad frente a consumismo, pensar bien de los demás frente a hablar mal de ellos, no creernos los mejores y pensar que los malos son los otros… Además, haremos bien si nos echamos a la cara las bienaventuranzas del Evangelio. Jesús condensa en ellas el ideal y el estilo cristiano.

Cuaresma es siempre “más”, porque podemos exigirnos más, convertirnos más, ayudar más, desprendernos más, comprometernos más, evangelizarnos más, orar más, cultivar más la espiritualidad…

En el recorrido de la Cuaresma avancemos con mirada de luz y de color, con aspiraciones de Pascua y con sensibilidad de redimidos… Que cunda el aliento de la fe y la alegría del Evangelio…

Con frecuencia se presentan en la vida ocasiones para mejorar. La Cuaresma es una de ellas…

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