Comunicaciones

Iglesia sinodal misionera

El martes 9 de julio pasado, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, se presentó el “Documento de trabajo” (Instrumentum laboris) para la segunda sesión del Sínodo de la Sinodalidad, que tendrá lugar del 2 al 27 del próximo octubre. El documento lleva como título: “Cómo ser una Iglesia sinodal misionera”. Y se extiende en lógica correlación con lo que ha sido el proceso sinodal desde octubre de 2021 hasta este momento.

Estructura del documento

En una introducción se recoge muy en resumen el camino sinodal recorrido desde octubre de 2021 hasta ahora.

Seguidamente hay un apartado en el que se comentan los fundamentos de la sinodalidad.

Avanza el documento con tres partes centrales. La primera realza la importancia de la relación con Dios, entre los hermanos y entre las Iglesias en vistas a la misión. La segunda hace hincapié en los caminos formativos y en el discernimiento, acentuando también la transparencia y la rendición de cuentas (evaluación) como signos necesarios para la confianza y la corresponsabilidad. Y la tercera parte se centra en los lugares y contextos concretos en que se mueven y se relacionan las diversas Iglesias.

El documento acaba con una conclusión sobre la Iglesia sinodal en el mundo, invitando a peregrinar en la historia como testigos de la esperanza.

Acentos para cristianos de a pie

  • Sigue vigente el lema ilustrativo del Sínodo: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión”.
  • Se recuerda que la sinodalidad es un camino entretejido de silencio, oración, escucha de la Palabra, diálogo fraterno, encuentros gozosos…
  • Se continúa destacando la “conversación en el Espíritu” como metodología sinodal.
  • El bautismo y la teología bautismal atraviesan transversalmente todo el documento como referencias prioritarias para comprender y vivir la sinodalidad. Los derechos y deberes de los cristianos arrancan de la condición bautismal. Todos los bautizados somos Iglesia, y todos debemos valorar y ser tratados como adultos en la fe.
  • El pueblo de Dios no es la suma de los bautizados, sino el “nosotros” de la Iglesia, sujeto comunitario e histórico de la sinodalidad y la misión.
  • Hay un llamamiento expreso para que los laicos, hombres y mujeres, adecuadamente formados, contribuyan a la predicación de la Palabra de Dios, también durante la celebración de la eucaristía (n. 18). Porque hay una valoración destacada de los ministerios bautismales (laicales) potenciando su ejercicio y sacando partido de ellos; ministerios distintos de los ordenados (n. 29).
  • Se recalca la necesidad de la formación permanente como una prioridad (n. 51).
  • Es imprescindible el discernimiento para llevar una vida cristiana sana y para sanear a la Iglesia (nn. 64-66). Junto al discernimiento se propone la toma de decisiones, que debe hacerse tras procesos de consultas (nn. 70-72). Y a ellos ha de añadirse la evaluación: rendir cuentas con transparencia (nn. 73ss).
  • Se anuncia que habrá un documento final.

En palabras del propio documento, “este ‘Instrumentum laboris’ se interroga y nos interroga sobre cómo ser una Iglesia sinodal misionera, cómo comprometernos en una escucha y un diálogo profundos, cómo ser corresponsables a la luz del dinamismo de nuestra vocación bautismal personal y comunitaria, cómo transformar las estructuras y los procesos para que todos puedan participar y compartir los carismas que el Espíritu derrama sobre cada uno para el bien común y cómo ejercer el poder y la autoridad como servicio. Cada una de estas preguntas es un servicio a la Iglesia y, a través de su acción, a la posibilidad de curar las heridas más profundas de nuestro tiempo” (n. 111).

Y otra cita del documento resume el sentido de esta convocatoria: “En el corazón del Sínodo 2021-2024 hay una llamada a la alegría y a la renovación del Pueblo de Dios en el seguimiento del Señor y en el compromiso al servicio de su misión. La llamada a ser discípulos misioneros se funda en la identidad bautismal común, se arraiga en la diversidad de contextos en los que la Iglesia está presente y encuentra unidad en el único Padre, en el único Señor y en el único Espíritu. Interpela a todos los bautizados, sin excepción: ‘Todo el Pueblo de Dios es el sujeto del anuncio del Evangelio. En él, todo bautizado es convocado para ser protagonista de la misión porque todos somos discípulos misioneros’ (CTI n. 53). Esta renovación encuentra su expresión en una Iglesia que, reunida por el Espíritu mediante la Palabra y el Sacramento (cf. CD 11), anuncia la salvación que experimenta continuamente a un mundo hambriento de sentido y sediento de comunión y de solidaridad” (Introducción).

Para las pequeñas comunidades cristianas, como las parroquiales, queda flotando una pregunta orientadora: ¿Cómo ser Iglesia sinodal en misión? Una parroquia de nuestra geografía nacional se lo plantea de esta manera: Ahora toca discernir qué Iglesia tenemos y no queremos, qué Iglesia tenemos y cuál queremos, y qué Iglesia queremos y aún no tenemos…

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