Somos Iglesia
El próximo 10 de noviembre se celebra el “Día de la Iglesia Diocesana”. Agradecemos la pertenencia a una comunidad cristiana y reforzamos la conciencia de ser miembros de una gran familia agraciada por la redención. Lo que la Iglesia significa y hace se debe al tiempo, las cualidades, la oración y el apoyo de cuantos participan en la marcha del pueblo de Dios.
En verdad somos “pueblo de Dios”. Como cristianos, estamos orgullosos de servir a una causa muy noble como es el Evangelio. En este compromiso contamos con la animación y la comunión de muchos seguidores de Jesús, que también perciben y cuidan el don de la fe iluminándolos y estimulándolos.
Y es que el plan de Dios es comunitario. Por eso Jesús decidió constituir un grupo que, con el tiempo, llegó a ser comunidad, Iglesia. Ahora la fidelidad a Jesús y a su Evangelio es signo garante de que somos y hacemos verdadera comunidad cristiana.
Modos de cooperación
El secretariado que promueve la Campaña de la Iglesia Diocesana propone cuatro modos de colaboración que están a nuestro alcance:
— Tu oración: Ora por tu parroquia y por tu diócesis. La oración es necesaria y deberá ser siempre el alma de toda actividad que se realice. Con oración los frutos serán mayores y más permanentes.
— Tu tiempo: Dedica algo de tu tiempo en tu parroquia a los demás o desde ella a la sociedad; el tiempo que puedas, según tu situación de vida.
— Tus cualidades: Cada uno puede aportar desde lo que sabe y puede.
— Tu apoyo económico, según tu fe te inspire.
En España, la Iglesia católica tiene 70 diócesis: 69 territoriales y el arzobispado castrense. Y contamos con unas 22.900 parroquias.
Mística para la militancia
Los cristianos seguimos a Jesús en comunidad por pura vocación, que notamos como creyentes. La fe y la vocación, recibidas como don, han sido alumbradas en el seno de la Iglesia inmersa en el mundo.
Tengamos presente que nuestra Iglesia está fecundada por el Espíritu Santo, es gestante de personas nuevas, sabe estar para servir, libera evangelizando y se hace fuerte valiéndose de la mística de la cruz.
Además, nuestra Iglesia es semilla del Reino de Dios, está tejida por carismas compartidos, en su misión no tiene fronteras, rebosa redención, es profecía universal…
Esta Iglesia viva, madre que ama y perdona porque es pecadora y santa, sigue necesitando testigos valientes, militantes audaces, cristianos significativos…