Nuevo curso pastoral
Como años anteriores, hemos arrancado con la Semana de Pastoral que se convoca para toda la diócesis; esta vez del 22 al 29 de septiembre.
En la convocatoria del jueves para todo el pueblo de Dios, nuestro obispo nos situó brevemente ante tres acontecimientos eclesiales de importancia en el curso que comenzamos: Segunda Sesión del Sínodo a lo largo del mes de octubre; Jubileo de la esperanza: comenzará el 24 de diciembre; y Congreso Nacional sobre vocaciones eclesiales: 7-9 de febrero de 2025.
Seguidamente exhortó a que nos ejercitemos en la inquietud, alejando apatías; y nos enraicemos en la alegría que mana del interior, dejándonos iluminar por la fe. La alegría del Evangelio llena por completo a la persona que se deja encontrar por Jesús.
La virtud de la alegría fue realzada también por el vicario de pastoral, Andrés González, comentando el texto bíblico inspirador de la Semana: “Se llenaron de alegría al ver al Señor” (Jn 20,20).
Conferencia
La intervención principal de esta tarde fue la ponencia del sacerdote Juan Carlos Carvajal, catequeta y profesor de la universidad San Dámaso (Madrid).
Comenzó constatando que lo religioso no ha desaparecido. Hay sed de religiosidad, pero se satisface deficientemente en muchos casos, por lo que aparecen idolatrías: unas evidentes y otras camufladas. Cualquiera puede comprobar cómo siguen apareciendo movimientos pseudo-religiosos, pseudo-espirituales, para-religiosos, sectas…, un signo claro de que el interés por lo religioso no decrece, aunque en no pocos casos sea un interés distorsionado.
También apuntó: parece que en una sociedad “satisfecha” no hay oídos para el Evangelio. Sin embargo, Jesús es necesario. Y recordó: Se es cristiano por la experiencia de encuentro con Cristo, experiencia que renueva el interior y que hemos de renovar todos los días.
Insistió en que “evangelizar es favorecer el encuentro personal con Cristo”. Hemos de cooperar para que Dios alumbre la fe. Para ello es necesario que observemos la vida de la gente de manera contemplativa; después hemos de tener la iniciativa valiente de hacer la propuesta cristiana con la “autoridad” del testimonio.
A todos los cristianos nos corresponde hacer este anuncio para que se produzca el encuentro con Cristo, centro de la evangelización. Todo lo que hacemos debe visibilizar el encuentro personal con Cristo. Está comprobado que a cuantos se encuentran con él les cambia la vida, les penetra un aliento liberador y los hace más humanos. Por tanto, ante religiosidades paganas y espiritualidades desenfocadas nosotros ponemos a Jesús en el centro.
Las “periferias existenciales” (límites humanos) son las situaciones más propicias para el anuncio principal al servicio de la fe y para que este sea significativo. Cuando se vive en el límite o se cuestiona la vida, el Evangelio puede resonar con especial incidencia; en situaciones de “satisfacción” puede que el Evangelio no tenga atractivo… En los límites el ser humano se enfrenta directamente con su misterio. Por eso, es muy importante es ayudar a discernir la luz en la oscuridad, la vida en la muerte, las semillas de Dios en lo que parece baldío, y abrir caminos destapando la esperanza que contiene el Evangelio.
Todo cristiano con inquietudes está capacitado para hacer el “anuncio principal”. El encuentro con Cristo solo se puede transmitir y compartir si antes lo hemos experimentado, si nos dejamos encontrar o nos hemos “reencontrado” con él… Y nunca hay que dar el encuentro por supuesto; además, hemos de discernir si lo tenemos actualizado. La nueva evangelización, de la que tanto se habla, se fundamenta ante todo en el encuentro personal con Cristo, del que brota toda novedad.
Este encuentro es la raíz de la experiencia cristiana. Las comunidades han de ser ámbitos de experiencia de fe para facilitar tal encuentro. Preguntémonos: ¿Nuestras reuniones y celebraciones iluminan y revitalizan el encuentro con Cristo? ¿Está todo al servicio de este encuentro o lo damos por supuesto?
Actitudes y prioridades
En el encuentro vespertino del viernes nuestro obispo acentuó dos actitudes principales para el presente curso: conversión personal y de estructuras, y esperanza confiando en Dios que es fiel, cumple su palabra y conduce la historia.
Como prioridades para este curso pastoral se presentaron cuatro:
- Generar una cultura vocacional. Promover la vocación sacerdotal.
- Despertar al misterio de la fe: el primer anuncio.
- De una pastoral para migrantes a una pastoral con migrantes.
- Compromiso y corresponsabilidad de los laicos en las tareas pastorales y eclesiales. La alegría de la misión compartida.